10.3.14

Joaquín Leguina habla sobre Viena


P.-Su relato en Viena comienza en el Museo Histórico Municipal de Viena y está centrado en El Gran Visir, Kara Mustafá. ¿Cuál es la importancia de este personaje en la historia de la ciudad?
R.- Aquel intento otomano de instalarse en Viena, de haber tenido éxito, hubiera cambiado la Historia de Occidente. De ahí la trascendencia de los hechos que el relato aborda. Mi relato en la antología Viena de M.A.R. Editor está inspirado en el gran reportaje histórico-filosófico de Claudio Magris que se titula "El Danubio", cuya lectura recomiendo con entusiasmo.

 
P.-¿Cómo actuaba Kara Mustafá?
R.- El Gran Visir, Kara Mustafá, había instalado en el asedio a Viena veinticinco mil tiendas de campaña para alojar, en las más suntuosas, a los jefes de su poderoso ejército y con ellos a las mil quinientas concubinas que los acompañaban, custodiadas, eso sí, por setecientos eunucos africanos. La afición otomana por la desmesura se mostraba en los surtidores y baños que el Visir había hecho construir. También en los cuarteles, levantados con prisa, pero con opulencia.
P.¿Qué importancia le da a la obra del grupo de autores, muchos de ellos judíos, que se encontraron en Viena en las cuatro primeras décadas del SXX, y que debido al nazismo murieron o tuvieron que ir al exilio?
R.- Fueron tiempos brillantes, los de de la alegre decadencia del Imperio Austro-Húngaro. Una pléyade de artistas y escritores floreció en aquella Viena anterior al Anschluss hitleriano. Unos talentos de primer nivel que siguieron en Viena tras la I Guerra, pero que hubieron de exiliarse con la llegada de la barbarie nazi, cuyo líder (Adolf Hitler) no era alemán sino austriaco.

P.-¿Es usted más adicto a la literatura de café vienes o a las cafeterías vienesas? ¿Alguna le atrae en particular?
R.-La literatura nunca es de café, aunque existieran y existen escritores que escriben sobre las mesas de café de esos establecimientos. Naturalmente, yo también he estado en esos cafés, mas por allí ya no paran ni Mussil ni Elías Canetti, ni siquiera Billy Wilder.

P.-Si alguien, tras leer estos relatos, decide ir a Viena, ¿cuáles serían los lugares que aconsejaría visitar? ¿Monumentos o callejear?
R.- Desde luego, callejear en primavera, y al atardecer tomar un vino blanco en los veladores del barrio Grinzing. Visitar, de paso, las casas baratas de la Karl Marx-Hoff para evocar la "Viena Roja" y contemplar la variada arquitectura que va desde Wagner (el arquitecto) hasta Adolf Loos, pasando por la casa que diseñó para su familia el filósofo Wittgenstein.