Pregunta.- ¿Cómo te hiciste
escritor?
R.- Creo que el escritor, en el fondo, es un personaje que sale en novelas que
escriben otros, que un buen día comienza a escribir la suya. Cuando revisitas
tu memoria siempre construyes un puente que se apoya en varios personajes
fundamentales. En mi caso, además de mis padres y su memoria —sus historias de
infancia como niños de la guerra fueron mi primera enciclopedia—, uno de esos
pilares fue mi abuelo Vicente, mi primer maestro, que me enseñó a leer y a
escribir con sus viejas novelas de Víctor Hugo. Después varios maestros y
maestras, en especial mi profesora Rosa Alcubilla, de literatura, una mujer
fantástica; mi mejor profesora de guion en la Escuela Internacional de Cine de
Cuba, la brasileña Renata Pallotini, extraordinaria. La dramaturga cubana Laura
Jubrías también. Sobre todo, mi compañera de viaje vital, Lola, que es mi
corazón, mi testigo y mi ojo alerta… Al final, si uno se detiene a pensarlo un
poquito, todos ellos me han llevado siempre por un camino de doble vía: la
escritura y la enseñanza. Actualmente trabajo con grupos de educación de
personas adultas, y mis alumnas son igualmente mis maestras, un vivero de
enseñanzas e historias increíbles.
P.- ¿Cuál fue tu primera obra?
R.- La primera la perdí con mi primer ordenador. Se rompió el disco duro. Fue
un desastre. A cambio descubrí lo importante que es escribir también a mano y
hacer copias de seguridad. La primera publicada, además de algún cuento previo,
fue El Canal de castilla: la catedral del agua, en colaboración con Miguel
Martín. Pero la que yo reconozco como primera obra fue No sorprende la
lluvia, basada en los recuerdos de mis padres durante la posguerra y en mi
propia memoria durante mi estancia en Cuba. Después vino Un asunto de
sombras, con la que quedé finalista en el premio de literatura de la Villa de
Urueña y ahora Chankoro.
P.- Chankoro:
¿por qué este título?
R.- Estaba ya en el proceso de escritura de la novela, cuando, mientras me
documentaba, leí una obra que me impacto enormemente: La violación de Nanking,
de Iris Chang. Me encontré con esta palabra y el contraste entre la falta de
referencias que me indicasen su significado y el secreto que se escondía detrás
me cautivó. Espero que les suceda lo mismo a los lectores.
P.- ¿Cuál fue el origen de la
historia?
R.- Un encuentro sorprendente en las cercanías del Tajo durante mi primer viaje
a Lisboa. Es muy curioso el modo que tiene de funcionar nuestra memoria, esa
especie de patch work vital que es capaz de crear diseños sorprendentes a
partir de retales de los más diversos tejidos. Aquel suceso, fortuito, despertó
algunos recuerdos de mi infancia vallisoletana junto al Pisuerga y, a partir de
ahí, se fue cosiendo la narración, los personajes y su vestuario.
P.-¿Cómo fue el proceso?
R.- La imagen de ese encuentro estuvo dando vueltas en mi cabeza mucho tiempo,
como si no quisiera dejar de interpelarme, pero la aparté para poder escribir
Un asunto de sombras. Poco a poco, esa imagen, se fue trenzando, creciendo, con
lecturas de autores como Juan Cruz, Emilio Lledó, Rudyard Kipling, Julio Verne,
Antonio Tabuchi, Lidia Jorge, Yōko Ogawa … Fue un proceso de lluvia fina que
permitió que aflorara una memoria personal que no visitaba desde hacía mucho tiempo.
De alguna manera la literatura siempre es un diálogo con la memoria, la propia
y la ajena. Y de ese proceso que es gozoso pero arduo, nació Chankoro. Y mi
admiración por nuestro país hermano del oeste y su Revolución de abril hicieron
el resto
P.-¿Quiénes son tus referentes
literarios?
R.- Todos. Mira todos los que he dicho antes y todos aquellos que no recuerdo
ahora pero que flotan, seguro, en mi inconsciente y han hecho su magia para
enseñarme. Cuando escribes se sienta junto a ti toda la literatura que has
leído, te susurra al oído, te empuja a leer más, no solo para documentarte,
sino porque te hace derivar hacia otras latitudes. Escribir es descubrir. Es
apasionante porque tiene algo de naufragio controlado y siempre hay un libro,
un poema, una canción, un personaje al que aferrarse y con el que regresar a
tierra, aunque sea a un peñasco desolado como el de Martin, el atormentado o a
una isla desierta o llena de piratas como las de Stevenson
P.-¿Estás trabajando en alguna obra
nueva?
R.- Sí. Sobre una historia de brujas. Con ella empecé naufragando en Burdeos,
justo antes de este gran naufragio que estamos viviendo y del que espero que
salgamos pronto. Pero aún no sé hasta que costa me llevará. A las brujas
siempre han querido destruirlas, quemarlas. Eran una amenaza, como los libros.
Algo bueno tienen que tener y espero descubrirlo.
Todo sobre Chankoro en http://www.mareditor.com/narrativa/Chankoro.html