26.4.24

Entrevista a Jesús A. García Sevilla por su novela Camino del Silencio


Hablamos con Jesús A. García Sevilla sobre su novela Camino del Silencio

 

¿Quién es en realidad José Santaella y cómo piensa el personaje?


“Con total seguridad ni yo mismo lo sé”, comenta Simón Alcántara (el alter ego del autor). El texto podría ser un beckettiano “yo contra mi mismo”, definiendo el debatido concepto del Yo como conciencia vital y como una conexión de la memoria personal con el pasado vivido; es la imposibilidad de conocer totalmente a un personaje de ficción ya que incluso el autor no se conoce a sí mismo a fondo. Así, L’Innommable de Samuel Beckett cuyo objetivo principal es el escrutinio del pronombre yo (me against myself). En este contexto, el autor de la presente novela confiesa que ha violado con descaro la intimidad de J.S. por donde pudo hacerlo, sobre todo hurgando en su conciencia, para luego reconstruirlo como persona (sin ningún plan de escritura premeditado), pero el personaje, huidizo y dominante, siempre se ha empeñado en seguir a su aire, incluso planificando su violento final. J.S. podría definirse como un esteta solitario, fuera de toda convención mundana y extranjero en todas partes. El autor (o su alter ego) también confiesa, no obstante, que no sabe explicar si el inicial agnosticismo y más tarde el lúcido ateísmo del personaje le perjudicaron a lo largo de la vida, sobre todo en el temido momento de la muerte, porque, quejándose (¿una debilidad?), J.S. llega a pensar que sería más fácil morir arropado con la fe ciega de la infancia. En este sentido, el autor tampoco sabe si las aparentes digresiones trinitarias del personaje son delirios asociados con la enfermedad (quizá una depresión con tintes psicóticos), y son por lo tanto pensamientos sin mayor enjundia, o son acaso algo más profundo y relevante, más allá de lo que dicta el sentido común, que le ayudaron a conformarse como un ser libre y pensante. Así las digresiones teológicas del personaje adulto son razonamientos que siempre alcanzan el fondo de la cuestión, por ejemplo la discusión de Dios Hijo ‘Mujer’ en el contexto de una improbable reproducción humana por partenogénesis; en contra está el Dogma de la Maternidad Divina, proclamado en el Concilio de Efeo del año 431 de nuestra era. No sé mucho más de J.S., culpa tal vez de un respeto y pudor mal entendidos por mi parte hacia el personaje (y quizá hacia mí mismo). J.S. podría verse como una “figura crística” pero el personaje nada tiene de las supuestas perfecciones encarnadas por Jesucristo aunque acabe derrochando el sufrimiento expiatorio de la suprema santidad que reconoce la Iglesia.
El capítulo 10, donde se narran los tres segundos finales de vida de J.S., podría parecer una parodia (imitación irónica y burlesca) del vía crucis, crucifixión y muerte de Jesucristo y por extensión de la Trinidad como personaje literario. Quizá algún lector podría verlo así, un texto ofensivo. Pero en realidad se trata de una parodia en el otro sentido etimológico (‘al lado de la oda o del canto’, no contra) donde la mente de un ateo moribundo (J.S.) recrea, de forma provocadora y a la vez suplicante en su desespero, ese vía crucis y muerte en la cruz personificando el papel de la segunda Persona trinitaria y siendo en este sentido una impostura con licencia literaria.


José Santaella y las visiones de un moribundo

Diversos estudios, publicados en las revistas médicas más prestigiosas, se han hecho eco de la posibilidad de visiones en un cerebro/mente con la casi certeza de muerte clínica: pacientes resucitados tras paro cardíaco y E.E.G. plano, suicidios con reanimación a tiempo, o en la fase terminal de una enfermedad (lo que se conoce como ‘near-death experiences’). Esta posibilidad suscita la pregunta: ¿cómo puede existir una conciencia del yo en condiciones de muerte clínica? Una respuesta de la crítica científica ha sido sugerir la visión de ‘memorias falsas’ al tratar la mente, de forma retrospectiva, de ‘llenar el hueco’ creado tras un periodo de inactividad de la corteza cerebral. Las ‘near-death experiences’ pueden incluir ‘out-of-body experiences’, en las cuales el sujeto parece percibir el mundo desde un lugar que se encuentra fuera de su cuerpo físico (como comenta el narrador de la novela con el moribundo J.S. y sus monólogos interiores).

No obstante, la posición demiúrgica del novelista siempre puede ponerse en cuestión, sobre todo cuando el narrador (el autor o su álter ego) se pregunta si lo sabe todo acerca de un personaje. El abismo de la conciencia humana y su secreto quizá nunca pueda penetrarse hasta el fondo. A lo largo de la acción el protagonista J.S. habla y mucho, pero ¿quién habla, J.S. o el narrador? En realidad J.S. es un fantasma que habla por boca de otro. Y entonces, ¿qué pasa cuando se entra en la conciencia real o ficticia de otro?, ¿quién entra y quién permite entrar? En esencia resulta que el narrador de una novela se transforma a sí mismo a través de lo que transforma.